La humanidad vive una profunda crisis, crisis terminal multidimensional del patrón civilizatorio moderno-colonial que está destruyendo las condiciones que hacen posible la producción y reproducción de la vida en el planeta Tierra. Es tal la profundidad de esta crisis que incluso las opciones que durante los últimos dos siglos y medio aparecían como alternativa al capitalismo, la expresión más acabada de dicho patrón civilizatorio, confrontan igualmente una severa crisis. Desde posturas asociadas al marxismo, a horizontes socialistas, y en general desde los más diversos ámbitos de la izquierda, se ha carecido de propuestas creíbles, capaces de señalar rumbos y opciones otras como salidas de la crisis, capaces de dar cauce, expresión, a los profundos y generalizados malestares que se extienden a los más amplios sectores de la población del planeta.