La región de América Latina y el Caribe se caracteriza por mantener unos sistemas democráticos estables, así como por hallarse en un momento de notable crecimiento económico. No obstante, una mirada más cercana muestra una deficiente redistribución de la riqueza en la mayoría de los países, con altas tasas de inequidad y exclusión social, con mayor impacto en las mujeres, en poblaciones indígenas y afrodescendientes, así como en los jóvenes. La inequidad social se ve agravada por la persistencia de la desigualdad de género, como gran desafío pendiente. Esa inequidad se encuentra también muy presente en el ámbito de la política y en toda la dimensión de lo público. Su origen está a menudo arraigado en factores de índole muy diversa, vinculados con la tradicional dicotomía que identifica lo público como una dimensión masculina, mientras que lo privado y, en particular, el cuidado del hogar y de la familia, sería el espacio de y para las mujeres. Los países de América Latina y el Caribe no son una excepción.