Los páramos: lugares lejanos, oscuros, lluviosos, fríos, monótonos a pesar de tener un par de especies y paisajes llamativos… ¿Importantes? Sí, claro, pero sólo para un puñado de gente. Ésa era seguramente la percepción que muchas personas tenían sobre las alturas andinas hasta hace unas décadas. Pero se ha dado un cambio notable en estas percepciones: ahora cada vez más y más gente se identifica de alguna manera con este ecosistema que, entre muchas otras cosas, recoge y distribuye el agua para los campos y las ciudades corriente abajo. Por supuesto, ese punto de vista ha sido mayormente el de las personas citadinas, que muchas veces jamás siquiera habían visitado un páramo y que poco o nada sabían de su relación profunda con él. Pero la historia de la gente que ha vivido en ellos o cerca de ellos es diferente: siempre ha sabido que son fundamentales para su supervivencia material, social y espiritual.