Las evidencias materiales monumentales que han quedado como mudos testigos de la incursión incaica (1495- 1505 d.C.) son los pucaracuna, fortalezas o sitios fortificados, que son lomas naturales modificadas en su cima con muros o fosas, a efectos de defensa. Pese a su importancia, estos rasgos arquitectónicos fueron poco estudiados hasta los años 70, cuando se consolidó el Departamento de Arqueología del Instituto Otavaleño de Antropología (lOA) con la participación de arqueólogos chilenos, con Fernando Plaza Schuller a la cabeza, quien propone nuevos planteamientos teóricos y metodologías para las investigaciones arqueológicas en la sierra norte. En el primer estudio, luego de un tratamiento etnohistórico de la penetración inka en la sierra norte, presenta la evidencia arqueológica monumental –las fortalezas militares- denominadas en kichwa «pucaracuna»; completa las evidencias con la descripción del material cultural: alfarería y lítica. En el capítulo de Conclusiones señala que los inkas tuvieron interés en la sierra norte por los recursos potenciales de esta región, especialmente la hoja de coca, el algodón, el ají, la sal, los metales, la abundancia de recursos hídricos y diversidad de pisos ecológicos. Durante la incursión inka hubo una fuerte y permanente resistencia local al sometimiento, por lo que esta área fue incorporada al Tawantinsuyu en forma selectiva y no total. En el segundo, Plaza describe 14 de las 17 fortalezas o pucaracuna ubicadas en Pambamarca, provincia de Pichincha, que hasta el momento constituyen, según el mismo autor: «el sistema defensivo-ofensivo de mayor complejidad y magnitud en todo el territorio ecuatoriano y de los más notables para el área andina nuclear». Para este estudio, Plaza utilizó material aerofotogramétrico USAF escalas 1:50.000, 1:60.000 y 1:10.000, correspondientes a los años 1963, 1965 y la Hoja 41 del Mapa topográfico del Ecuador, escala 1:25.000 (1936); Mapas 1:50.000 (1963, 1967) del IGM. De las fuentes escritas, el autor se apoya el cronistas, en las actas del Cabildo de Quito, en expedientes judiciales de la época, en la Misión Geodésica Francesa y en la información registrada sobre Pambamarca por Jacinto Jijón y Caamaño y Udo Oberem.