En las décadas del sesenta y del ochenta, se multiplicaron los impactos socio-ambientales de las actividades petroleras, reflejando una crisis de la modernidad, caracterizada por una crisis ecológica, una crisis de la deuda, una crisis de gobernabilidad y una creciente dependencia de los países amazónicos.
Mientras tanto, se operó una convergencia entre los movimientos transnacionales ecologistas e indígenas, amparados en el derecho internacional, que culminó con la Cumbre de la Tierra en Junio de 1992. Producto de estas tendencias, la multiplicación de los conflictos socio-ambientales en la década del noventa llevó a redefinir el papel de los actores (empresas, Estado, pueblos indígenas y ONG ecologistas) y ha obligado a armonizar las políticas públicas petrolera, ambiental e indigenista.
En este sentido, más allá de la resolución del manejo de conflictos, lo que está en juego para estos actores es lograr una redefinición de los modelos de desarrollo, de tal manera que se concilie el desarrollo económico-sinónimo de progreso e industrialización para el Estado y de crecimiento y ganancias para las empresas con el desarrollo social -sinónimo del mejoramiento de las condiciones de vida para las organizaciones sociales y de respeto por el medio ambiente para las poblaciones indígenas y campesinas.
Por lo tanto, el libro no propone una metodología más de resolución de conflictos, sino que, busca aportar nuevas herramientas para el análisis de las condiciones de la gobernabilidad global.