El 28 de Julio del 2004 tres de los más importantes jefes paramilitares, Salvatore Mancuso, Ramo Isaza y Ernesto Báez, asistieron a una sesión especial en el Congreso de la República de Colombia, en el marco del proceso de negociación de las Autodefensas Unidas de Colombia con el gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010). El centro de su intervención fue, luego de una exaltación de su “lucha por una Colombia libre” y de su profesión de fe en el “Dios de la Esperanza, del Amor y del Perdón”, la exigencia al estado colombiano del reconocimiento de su carácter de “organización político - militar”. Este evento constituyó el colofón de un extenso proceso iniciado a fines de la década del 70. En ese entonces aparecieron en lugares estratégicos del país las primeras “organizaciones de autodefensa”, avaladas e impulsadas por las fuerzas militares en el marco de la lucha contrainsurgente; varios de estos grupos entrenaron a sus integrantes en el municipio de Puerto Boyacá, ubicado en la región del Magdalena Medio. Organizaciones de este tipo fueron también creadas en los Llanos Orientales, el departamento del Santander y el sur del país, viviendo a lo largo de la siguiente década un simultáneo proceso de crecimiento y multiplicación, al tiempo que desataban polémicas de alcance nacional.