Mi objetivo en el presente trabajo es responder a la siguiente pregunta: ¿cómo las jóvenes indígenas, que migran temporalmente desde la comunidad de Atápulo para trabajar de empleadas domésticas en la ciudad de Quito, dan sentido a sus vidas en medio de los procesos de cambios contemporáneos? Las jóvenes dan significado a sus vidas “jugando a juegos” de representación de sí mismas en los espacios urbanos por los que transitan; esos juegos son estrategias de representación de varias identidades, que se realizan en diferentes espacios sociales por los que circulan en la migración desde la comunidad hacia el espacio urbano. En los juegos de representación inventan nuevas formas de identidad que se apropian de los referentes de la modernidad y los componen y desarrollan a su manera, jugando y combinándolos, al mismo tiempo, con aquellos comunales. Construyen una nueva imagen de una generación actual de jóvenes indígenas ciudadanas1 que entra en oposición con la imagen “estereotipada de lo indígena”. Por tanto, mi eje central en el presente estudio es que, de manera paralela a la construcción externa del indígena por parte de la clase dominante, hay también una construcción desde adentro, por parte de los propios actores sociales. En este caso hay una “ciudadanización” desde el lado indígena. En los juegos de representación los/las jóvenes están jugando a desvirtuar los estereotipos de la dominación y a trazar estrategias de “resistencia” que les permitan ampliar los márgenes sociales de acción (abrir nuevos campos sociales o modificar los parámetros de los ya existentes) para crear formas de identificación social (o de sus identidades, si se prefiere) que desvirtúen las imágenes de la dominación. Apropiándose de los espacios, de las maneras de consumo, de los gestos, de los objetos, de las formas de vestir, de instrumentos como la cámara de fotos y el móvil.