Después de la declinación del paradigma neoliberal, los países de América Latina buscan actualmente nuevos modelos organizativos, no sólo en el campo socio-económico, sino también en el político-cultural. La decadencia del neoliberalismo no ha dado paso, sin embargo, a un solo sistema político generalmente aceptado: las elecciones presidenciales y parlamentarias en numerosas naciones latinoamericanas durante los primeros años del siglo XXI han mostrado más bien una pluralidad de regímenes y programas, que, después de pocos años, terminan de desilusionar una vez más a la población. Esta pluralidad es uno de los signos de una creciente complejidad en todos los campos de la actividad humana, que actualmente caracteriza a América Latina. A nivel internacional se puede hacer, además, otra constatación: sociedades complejas desarrollan una acumulación de expectativas y anhelos que hacen difícil una satisfacción conveniente de estos últimos, lo que, a su vez, alimenta un descontento social que se manifiesta a menudo como un desencanto con lo alcanzado y una inestabilidad política creciente. Los elementos para una crisis del liderazgo político están dados.