Nos encontramos en Ecalia, en la Grecia arcaica, cuna de héroes y de dioses. El trono de Éurito, rey de la ciudad-estado, aparece al fondo de una amplia sala, rodeada de columnas y engalanada con estatuas y guirnaldas. Existen varios accesos o entradas a esta área: i) a la derecha, una galería descubierta que da hacia el jardín; ii) a la izquierda, hacia el fondo, una puerta custodiada por dos guardias, que conduce a las habitaciones reales, sobre cuya chapa de color rojo sangre resaltan dos leones dorados; y, un poco más cerca del público, una puerta negra, cubierta de escudos de bronce, que comunica con el exterior; y, iii) a la derecha, en el primer plano, una amplia escalinata que une la sala del trono con una terraza o balcón superior descubierto, por donde se filtra la luz del día. Arriba, detrás de la terraza puede verse las habitaciones de los hijos de Éurito.
Al abrirse el telón, encontramos a Éurito, el rey, sumido en sus pensamientos.