Dentro del episódico campo de estudios sobre drogas en el Ecuador, el autor hace un trabajo exhaustivo de rescate de las fuentes que más o menos sistemáticamente se produjeron a fines de los años ochenta y principios de los años noventa en el país, lo cual constituye un aporte en sí mismo. Adicionalmente, intenta por primera vez, articular discusiones macro provenientes de las teorías de relaciones internacionales y ciencias políticas, con las etnográficas, intentando trascender los particularismos de estas últimas e integrándolas a factores macro. Cabe destacar igualmente el estilo de redacción ágil y directa, inclusive cuando juega con fuentes teóricas. El universo de estudio está bien definido y el acceso a una red de informantes bajo condiciones problemáticas bien logrado. Finalmente, el autor hace bien en mantenerse al margen de heroisismos que, con alguna frecuencia al tratarse de economías ilegales, se encuentran en etnografías de este estilo.