Este bien documentado estudio pone en evidencia las considerables dificultades que enfrenta el Banco Interamericano de Desarrollo en su intento de lograr un equilibrio técnicamente efectivo y políticamente adecuado entre los diversos objetivos, reclamos, factores y fuerzas internas y externas. Estos objetivos han cambiado dramáticamente a partir de los años '60, cuando el Banco comenzó sus operaciones, hasta los años '90, cuando entra en una nueva etapa.
EI BID se ve ante la necesidad de superar las debilidades y sacar ventaja de las fuerzas del pasado, adaptándose al mismo tiempo a circunstancias radicalmente diferentes. Estas circunstancias requieren desplazarse hacia el terreno sensible y virgen de los programas crediticios y de la reforma de políticas en una nueva sociedad con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. En este proceso, es esencial para el BID conservar y fortalecer la relación especial que ha desarrollado con sus países miembros prestatarios en la región, particularmente con los más pequeños, en términos de comprensión mutua, liderazgo intelectual y dialogo sobre políticas.
Este giro en la orientación trae consigo nuevas tareas. Estas incluyen los préstamos para el sector privado, especialmente para el desarrollo de micro y pequeñas empresas; el apoyo de nuevas e intensificadas políticas, programas y actividades para el alivio de la pobreza y la desigualdad; brindar asistencia en las reformas institucionales orientadas hacia una mayor receptividad y fiscalización de gobiernos más reducidos pero más efectivos; contribuyendo a la reanudación de la inversión y del crecimiento, fortaleciendo al mismo tiempo la competitividad y las preocupaciones ambientales y la cooperación con el entusiasmo renovado por la integración económica regional. Los recursos del Banco y sus capacidades y redes nacionales de apoyo, deben ser desplegadas con un sentido muy agudo de las prioridades para que sean efectivos tanto en el corto como largo plazo.